EN CHIVILCOY, LA JUSTICIA INDIGNA

EN CHIVILCOY, LA JUSTICIA INDIGNA

Por Joaquín Valerio.
Días pasados tuvimos conocimiento de que dos oficiales femeninas de la Policía de Chivilcoy, que asistieron a contener una gresca callejera, fueron agredidas a golpes de puño por otra mujer.
Los hechos ocurrieron en la avenida José León Suárez. Las mujeres policías redujeron a su atacante, la detuvieron y ésta quedó a disposición de la Justicia local.
Las policías terminaron en el Hospital con algunas lesiones. Mientras tanto, en menos de lo que canta un gallo, la agresora fue puesta en libertad por la Fiscalía, dándose intervención al Juzgado de Paz Letrado de Chivilcoy.
En cualquier ciudad de un país serio -que se precie de tal- la agresora de la autoridad estaría presa.
En Chivilcoy -la ciudad de un país sin valores y sin respeto- la agresora goza de libertad.
En declaraciones a un medio local, la acusada dijo como justificativo: "Si hay algo que me enseñaron siempre, es que la policía no es más persona que nadie". Todo dicho. Tristemente, eso fue lo que aprendió. Se educó en la escuela del desvalor. Le enseñaron poco y mal; a transgredir, a no respetar. Y lo está aplicando, con el apoyo de la justicia local.
Pero esas pésimas cualidades con las que fue formada, no la hacen una víctima. Es igualmente responsable como cualquier hijo de vecino. La diferencia puede ser -en el supuesto de que sus dichos sean sinceros y no la sugerencia de algún abogado trasnochado- que ella puede tener alterados los valores. De todas formas, alguien debe ponerle los límites. Para eso debería estar la Justicia.
Podrá decirse, en este caso, que las autoridades judiciales aplicaron la Ley y -sin mas miramientos- le abrieron la jaula para que la peleadora muchacha salga sin mayores problemas; seguramente, con las disculpas del caso. No vaya a ser que alguien ponga el grito en el cielo, ante tan "injusta" detención.  Seguramente, no habrá faltado la manito de algún pícaro representante del foro local de Derecho, siempre dispuesto a ganarse una miserable moneda para su kiosquito.
La justicia en Chivilcoy está tan contaminada como en buena parte del país.
Aquí no sólo se trata de aplicar la Ley; también se trata de tener sentido común.
¿Cómo es posible que cualquiera pueda agredir a la autoridad policial sin que nada pase?
¿Cuál es el apoyo y el respaldo que la "pretendida" Justicia otorga a esas mujeres y hombres, que visten uniforme en resguardo de nuestra integridad?
¿O será que Eugenio Raúl Zaffaroni -el juez de la doble vida y la doble moral- caló demasiado profundo, con sus teorías garantistas, en los exegetas de la justicia local?
Poniendo en inmediata libertad a la agresora de las policías de Chivilcoy, la Justicia local ha dado el peor de los mensajes, el más vergonzoso. Es el mensaje de una ciudad sin Ley, porque quienes tienen la obligación de hacerla cumplir, primando así sea el más común de los sentidos, difícilmente puedan hacerlo porque parecen carecer de él.
En Chivilcoy necesitamos Justicia con Derecho, pero también con sentido común, lógica y razonabilidad. Tres cualidades que parecen inencontrables en quienes la ejercen en nuestra ciudad.
Vaya nuestro reconocimiento por su abnegada labor a las oficiales Antonella Yasunas y Melina Bustamante, vilmente agredidas en cumplimiento de su servicio e incomprensiblemente desvalorizadas por quienes aplican la Justicia en Chivilcoy, que con su proceder sólo transmiten un mensaje equívoco, reprochable e indignante, fomentando el libre albedrío, ni más ni menos que la potestad que el ser humano tiene de obrar según considere y elija.
Nota de la redacción: El Juez de Paz Letrado de Chivilcoy es el doctor Eduardo Javier María Banchero.

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