TRASLADO O CASTIGO PARA EL PADRE HERNAN

TRASLADO O CASTIGO PARA EL PADRE HERNAN

Por Santiago Zunino.
La Arquidiócesis Mercedes-Luján acaba de anunciar nuevos destinos pastorales dentro de su jurisdicción.
Entre los movimientos anunciados, hay uno que llama poderosamente la atención, pues tiene que ver con la Iglesia Mayor de Chivilcoy y, más precisamente, con el hombre que viene siendo su párroco desde hace varios años.
Hablamos de la Parroquia San Pedro (o Iglesia Nuestra Señora del Rosario) y del Padre Hernán Lucía.
Según el anuncio de la Arquidiócesis, el presbítero Federico Lagoa ha sido designado para ocupar el cargo de párroco de nuestra Iglesia Mayor, en lugar de Hernán Lucía, quien -a su vez- ha sido nombrado para igual función, pero en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, también de nuestra ciudad.
Este desplazamiento del Padre Hernán representa un hecho muy llamativo para buena parte de la feligresía local y, también, para algunos observadores del quehacer eclesiástico y hasta político de nuestra comunidad.
No se lo traslada a otra ciudad o a otra parroquia más importante. Por el contrario: se lo deja en la ciudad, pero destinado a un templo no tan relevante. Un cambio particularmente extraño, raro, inesperado.
Entiéndase bien: decir que la Parroquia del Carmen no es "tan" relevante, no significa quitarle valor. La referencia y/o comparación tiene que ver con su influencia y características -hasta históricas podría decirse- en relación al Templo Mayor de la ciudad.
¿Por qué se desplaza a Hernán Lucía de la Iglesia Mayor y se lo envía a otro templo de la ciudad, que no reviste igual o mayor jerarquía?
Está claro que el nuevo destino del Padre Hernán -sin desmerecerlo- no representaría un ascenso en su carrera sacerdotal. ¿Qué significa entonces?
Más allá de la importancia que nadie puede negarle a la Iglesia del Carmen, es un templo periférico, si tenemos en cuenta que la Iglesia Mayor es la "cabeza" del catolicismo en Chivilcoy.
El nuevo destino del Padre Hernán, dentro de nuestra comunidad, entonces, ¿es un castigo?
Si es así, ¿cuáles son las razones?
Mucho se viene hablando de este tema en los corrillos católicos de nuestra ciudad, principalmente, en aquellos más allegados a la Parroquia San Pedro.
Durante sus años de Párroco, Hernán Lucía se ha comportado de manera excelente siguiendo los cánones de su investidura sacerdotal.
Su personalidad desestructurada le ha dado a la comunidad religiosa que conduce, una impronta de renovada integración, actitud muy valorada por la feligresía.
Pero habría un detalle que ha llamado la atención de sus superiores, según oídos siempre atentos a lo que suele comentarse puertas adentro de las misteriosas paredes del Palacio de la Arquidiócesis Mercedes-Luján.
Según rumores no confirmados -ni desmentidos- allí suponen que hay una muy estrecha cercanía -más allá de lo institucional- con el gobierno municipal y esa reciprocidad no sería del agrado de la jerarquía eclesiástica. Parece que las "sotanas mayores" no están del todo conformes con esa fluida comunicación. Para aquellos ojos, con su proceder, el Padre Hernán estaría haciendo política, no precisamente, del gusto de sus superiores.
Recordemos que la Arquidiócesis está a cargo del salesiano Agustín Roberto Radrizzani, el mismo que en octubre pasado, ofició la misa celebrada frente a la Basílica de Luján, convocada por el Frente Sindical que lidera el jefe del Sindicato de Camioneros, Hugo Moyano, y de la que participaron numerosos dirigentes gremiales y políticos opositores al gobierno.
La mejor excusa para quitar a Hernán Lucía de los primeros planos, en lo que sería un "sutil castigo", es alejarlo ocho cuadras de la Municipalidad y mandarlo a cumplir las mismas funciones a la Iglesia del Carmen, dejando la centralidad de la Iglesia Mayor para Federico Lagoa, cuyo perfil sería de más baja exposición.
Si esto es realmente así, no sería otra cosa que una torpeza sin precedentes a nivel local. Un soberano y ridículo disparate.
El Padre Hernán ha cumplido acabadamente con su misión pastoral al frente de la Parroquia San Pedro.
Estrechar lazos con la administración municipal -que los chivilcoyanos libremente han elegido- forma parte de las acciones, responsabilidades buenos modales, cortesía -y hasta religiosa obligación- del buen pastor, cosa que el Padre Hernán ha hecho con creces.
Si ese proceder es hacer política, bienvenida sea la política a la iglesia.
Tal vez sea un incipiente camino hacia su democratización.
Sería un refrescante baño de pureza para quitar el añejo olor a naftalina de algunas sotanas recalcitrantes que, por antiguas, colisionan con la realidad que nos presenta una ciudad integrada a un mundo en constante evolución. Claro que, en el caso del Padre Hernán, la cuestión no es solamente si hace política, sino "con quién la hace".
En aquella homilía en Luján, frente a Moyano y sus muchachos, Radrizzani  dijo: "No nos dejemos robar el entusiasmo. No nos dejemos robar la esperanza. No nos dejemos robar la alegría permanente. No nos dejemos robar la comunidad".
Sin embargo, sus palabras no parecen reflejarse en sus hechos.
Quitar al Padre Hernán de la Parroquia San Pedro es robarle el pastor al rebaño, que ha sabido conducir, y eso no es políticamente correcto.

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