CHIVILCOY AL REVES: JUSTICIA POR MANO PROPIA

CHIVILCOY AL REVES: JUSTICIA POR MANO PROPIA

Por Camilo Diez.
En los últimos días, de madrugada, tres menores de edad, a bordo de dos motos, colisionaron a una camioneta que se disponía a salir del sitio reservado para estacionamiento a 45 grados, frente al Hospital Municipal de Chivilcoy.
Consecuencia: ante la inexistencia de todo tipo de autoridad y arrogándose el rol de imprudentes jueces, movidos sólo por el enfado de la irracionalidad, los menores tomaron a golpes de puño al conductor del rodado.
Un rato antes, en el interior del mismo nosocomio, los familiares de un joven que había fallecido consecuencia de otro accidente de moto -vaya casualidad- agredieron verbalmente al médico de guardia, lo amenazaron, golpearon algunas puertas y otros objetos y -por poco- no se fueron a las manos.
Consecuencia: el médico renunció y el Director del Hospital denunció públicamente "que la gente no les permite trabajar". El doctor José Luis Neme evaluó la posibilidad de no pemitir más la presencia de familiares de internados dentro del establecimiento, para evitar este tipo de situaciones.
Síntesis: Chivilcoy y la iracundia en todo su esplendor. El gran desmadre.
El dolor, el escándalo, la vergüenza, la incoherencia, la irrespetuosidad, la ineptitud para convivir, las normas transgredidas, la brutalidad, el patoterismo, la provocación. Todo se mezcla en la ciudad que es reflejo de la Argentina intolerante.
En Chivilcoy se están vulnerando todos los límites.
Hemos llegado a lo inimaginable y lo estamos naturalizando.
Si algo faltaba, ya lo hemos conseguido: hacer justicia por mano propia.
Vaya triste mérito que supimos conseguir…!!!
Tres menores de edad -en motos de dudosa legalidad- se dan el lujo de circular en horas de la madrugada, exponiendo su propia vida y la vida de los demás, sin que nadie los detenga y haciendo uso de la potestad de ajusticiar porque ellos así lo deciden. ¿Cómo es posible?
En el Hospital se amenaza, se pretende agredir a un profesional de la salud porque no puede salvar la vida de un accidentado. El profesional es un médico, sólo eso, es un hombre, no es Dios; no decide sobre la vida y la muerte. Sin embargo, también allí, alguien se molesta, asume el papel de pseudo juez y actúa. ¿Cómo es posible?
Esto es Chivilcoy al revés, patas para arriba.
No se reconocen los límites; no se respetan las normas de convivencia.
Todo vale; todo se justifica: violencia, agresión, prepotencia.
La calle convertida en improvisada escuela de aprendices camorreros.
Días pasados, el intendente municipal reconoció que el mayor problema que hay en nuestra ciudad es la confrontación vecinal. Muy acertadas palabras y notablemente digno de su parte ponerlo de manifiesto.
Pero, ¿cuánta responsabilidad tiene el propio Estado en la resolución de esta problemática? Toda la responsabilidad. Absolutamente.
Hacer cumplir las normas, que se respete la Ley. Ese es el límite y eso es competencia del Estado, que actúa a través del gobierno.
En Chivilcoy, la sucesión de hechos policiales -gran mayoría ligados al tránsito- abruma por la cantidad.
El descontrol es dueño y señor y cada uno hace lo que se le antoja.
Desde permitir cortar cualquier calle para festejar un cumpleaños -ridícula idea de un trasnochado ex intendente, que hoy se mantiene en vigencia- hasta escupir a un policía en la cara sin que se pueda tocar al sujeto (soy testigo).
Ahora se le suma al menú, la actitud de tres menores, aprendices de patoteros -con ínfulas de berretas compadritos pendencieros- que salen a adueñarse de las calles para imponer su propia justicia, mientras otros ponen en riesgo la seguridad y los bienes de Hospital, que es de todos.
En nuestra ciudad tenemos una policía de manos atadas, con una justicia titiritera, que hace acrobacia y equilibrio en un espectáculo deplorable que luce por incapaz, a cargo de frustrados profesionales del Derecho, que en la actividad privada durarían menos que un suspiro.
Este es un alerta que hay que tener en cuenta.
En Chivilcoy, estamos a un paso de desembocar en un drama mucho mayor, con consecuencias impensadas.
Hemos llegado a un límite intolerable. Hay que mantener el orden con firme control de la situación.
Es fundamental imponer el estricto cumplimiento de la Ley, convirtiendo a cada vecino en esclavo de ella, para que cada uno respete -como corresponde- las normas establecidas.