Se llama Sebastián. No lo mostramos de frente para preservar su identidad.
Tiene algunas capacidades diferentes, que lo hacen distinto y lo hacen mejor.
En un desinteresado acto de amor ilimitado, sale todos los días con su bicicleta y un canasto -que lleva colocado en la parte posterior- y pide o compra, si es necesario, sobrantes en las carnicerias para dar de comer a sus queridos perros -todos de la calle- a los cuales aloja en la vivienda que comparte con su familia.
La manifestación de afecto no queda ahí.
Con esa misma bicicleta y su canasto, Sebastián, recorre las calles de su barrio y se detiene cuando ve algún perro vagabundo. Entonces, recurre a su canasto y también les da de comer, observando cuidadosamente -si hay más de uno- que entre ellos no haya conflicto, como se aprecia en la fotografía.
Sebastián es un vecino de la zona del Museo Pompeo Boggio.
Actúa por instinto natural. Su amor por esos animales es muy fuerte.
Su mirada hacia ellos solo transmite cariño, algo difícil de describir con palabras.
Una vecina que lo conoce, ayuda y trata diariamente lo describió fácil y simple: "El puede no tener para comer, pero sus perros siempre tendrán su comida".
Es la contracara de los bastardos que hace varias semanas atentaron contra la proteccionista "Chivilcotas", abriendo los caniles y exponiendo a los animales a una salvaje pelea entre ellos, que derivó en la muerte de varios perros.
Por esa razón quisimos destacarlo; hacerlo sobresalir, más allá de su ejemplar conducta que lo eleva por sí mismo.
Sebastián está hecho de puro sentimiento.
Simboliza el noble gesto de un gran corazón solidario, de esos pocos que se ven en Chivilcoy.