Escribe Santiago Zunino.

El 30 de enero pasado, la co-equiper de Florencio Randazzo y ex candidata a senadora por Cumplir,  Florencia Casamiquela, estuvo de visita en Chivilcoy y fue recibida en la sede del Partido Justicialista por su presidente, el ex intendente municipal, Dario Speranza (foto).

En la oportunidad, Casamiquela desbordó en halagos al referirse a Randazzo y reafirmó que "Florencio es el mejor cuadro de estado que tiene la Argentina".

Casi quince días después de su visita a Chivilcoy -en las últimas horas- Casamiquela apareció en Salta haciendo campaña para el gobernador Urtubey.

Cuando le preguntaron por Florencio Randazzo, la joven dirigente no dijo nada. Mutis (por el foro); esto significa salir de escena.

En Salta, Casamiquela, apoyó la precandidatura presidencial del gobernador Juan Manuel Urtubey.  Lo definió como un hombre capaz de "ofrecer renovación y frescura a la gestión".  Agregó: "Hay que ofrecer a los argentinos una alternativa real, que se hace con proyectos y con propuestas concretas como éstas".

Con palabras muy parecidas -casi el mismo libreto- hablaba de Florencio Randazzo, hasta hace un rato nada más, en tiempos prácticos de política casera.

¿Florencia abandonó a Randazzo?

¿Florencio ya no es el jefe político de Casamiquela?

¿Será el salteño quien la deslumbra?

¿Florencia quiere una banca a cualquier precio?

¿La visita de Florencia a Urtubey habrá sido un adelanto, preparando el terreno para el posterior aterrizaje del propio Randazzo?

Muchas preguntas; pocas respuestas concretas; demasiada especulación. Parece que todo es posible y que, igualmente, todo vale.

En la política argentina ocurren algunas cosas extrañas, desde lo más audaz hasta lo más inverosímil.

La actitud de Casamiquela -por lo menos- parece contradictoria, dentro de un lógico razonamiento, excepto que haya un entramado que estemos ignorando, lo cual es muy probable.

Conociendo a los personajes, la sorpresa y el asombro están al alcance de la mano.