Por Camilo Diez.
Siempre llevó bien alto el nombre de Chivilcoy, con orgullo, dignidad, coraje y responsabilidad.
Lo hizo en su ámbito natural: cada pista de turismo de carretera, que lo tuvo como protagonista.
Esas cualidades, virtudes y valores, también las extendió a la vida misma.
Emilio Satriano es un genuino orgullo chivilcoyano; un ejemplo de buena persona, de buen tipo, un ser querible, humilde hasta las entrañas, una característica que muchos vecinos deberían copiarle.
Nunca ha dejado de ocuparse de nuestra ciudad.
Satriano es un decoroso embajador de Chivilcoy.
Allí donde va, todas las puertas se abren a su paso.
Recientemente, con el apoyo de las autoridades municipales, gestionó y concretó la instalación en nuestra ciudad de una importante fábrica, que se dedicará a armar y reparar aviones en el Parque Industrial.