En octubre pasado, antes de las elecciones generales, Florencio Randazzo volvió personalmente a hacer campaña en Chivilcoy -su ciudad- luego de un par de años, durante los cuales casi no tuvo vida social, ni política en nuestros pagos.
En ese momento, se mostró junto a la entonces candidata a intendenta por el Frente de Todos, Constanza Alonso y al hoy Presidente de la Nación, Alberto Fernández. Los tres compartieron un acto en el estadio del Club Colón (foto).
Hasta ese acontecimiento, Florencio volvía a Chivilcoy esporádicamente, de tanto en tanto, y no se hacía ver en público; evitaba el contacto con sus vecinos, con sus amigos y muy pocos eran los que tenían acceso a su persona, en esas ocasionales visitas que realizaba, para estar aquí con su madre, hermanos y otros familiares.
Randazzo había quedado animicamente lastimado por algunos golpes electorales, que ya forman parte de la historia política argentina y prefirió tomar distancia de ciertos lugares, entre ellos nuestra ciudad. Una decisión respetable, entendible y prudente de su parte.
Pero este año, otros factores lo decidieron -o empujaron- a volver al ruedo.
Había que reconquistar el comando de la Municipalidad de Chivilcoy, perdido en 2015.
La presencia de Florencio aquí era imprescindible, absolutamente necesaria. Los números no daban bien para el Justicialismo ¿unido? en el Frente de Todos. El intendente Guillermo Britos se posicionaba cada día mas sólido y fuerte para ser reelecto. El crecimiento de su figura era imparable.
En Chivilcoy, el Justicialismo hacía malabares para mostrarse fusionado, pero luego de las fotos, las rispideces entre los diferentes sectores partidarios, eran excesivamente evidentes. Una situación que aún hoy se mantiene y profundiza, con sutiles pases de facturas y autocríticas de vuelo corto.
Randazzo, que siempre agradeció todo lo que politicamente le dio Chivilcoy, volvió al llano en su ciudad, a recorrer sus calles; a hablar con la gente; a movilizar. Lo que otros no generaban individualmente por falta de carisma, desconocimiento o inexperiencia, el lo lograba con facilidad, espontáneamente. Le puso el pecho a las balas cruzadas de sus propios "compañeros" y hasta se plantó en la Plaza Varela, donde se crió y jugó de chico, para arengar a los vecinos.
Randazzo volvió y lo dio todo, pero todo no fue suficiente. No era el mismo de otros años. Se notaba en su rostro, en sus palabras, en su discurso, en sus gestos y actitudes. Había un desgaste natural en el político chivilcoyano que mas alto llegó en la escena nacional y era evidente la secuela de un sabor amargo, por confrontaciones partidarias que lo amargaron bastante.
Randazzo tenía la dura tarea de apoyar a la joven y entusiasmada candidata que enfrentaba a Guillermo Britos, un nuevo líder político, cuya figura no ha dejado de crecer en los últimos años; un hombre que se sobrepuso a todo. Durante su mandato atravesó duras adversidades. Britos tiene una admirable capacidad de resilencia, ese talento para superar circunstancias traumáticas, como la muerte de un ser querido, solo por citar un ejemplo.
Con Britos como adversario, desde Chivilcoy, Randazzo tenía la misión de pegarle un tiro a la luna. Dicho por observadores propios y extraños.
Sin embargo, Florencio salió a dar batalla por Constanza Alonso. No fue suficiente. Britos se impuso cómodamente y fue reelecto intendente de Chivilcoy.
Los lideres del espacio que representaba, empezaron a mirar a Randazzo con otros ojos.
El ex ministro de Transporte asumió la derrota como propia y, como antes, volvió a tomar distancia; también de Chivilcoy.
En campaña, su nombre había sonado varias veces como posible integrante del gabinete de Alberto Fernández.
En los hechos, no se vio reflejado, hasta la actualidad.
¿Por qué lo dejaron afuera a Florencio Randazzo?
¿Solamente porque su presencia no logró instalar a la candidata del Frente de Todos en el Municipio?
Randazzo, en Chivilcoy, hizo lo que pudo y hasta donde pudo; el no era candidato a nada. Solo "empujaba una ilusión que carecía de sustento", según dicen por lo bajo varios dirigentes peronistas locales.
La candidata que alentaba perdió frente a un intendente imbatible. Muchos lo intuían. Sin embargo, Florencio igual jugó sus fichas en una partida difícil. Se inmoló en la hoguera electoral, en un acto de arrojo ejemplar.
Para evaluar mas profundamente la ausencia ¿temporal? de Randazzo en el Gobierno Nacional, también hay que tener en cuenta otro detalle inquietante.
Fuentes bien informadas, aseguran que "Randazzo nunca recompuso su relación con Cristina Kirchner, después de que ella lo bajó de la pelea presidencial en 2015".
Eso explica su ausencia. Cristina resiste la vuelta del hombre de Chivilcoy.
En el entorno de Randazzo, aseguran que "hasta el momento a Florencio no le ofrecieron ningún cargo. Quizás Alberto no lo considera necesario".
¿Randazzo pasó de prócer a villano?
Si esto es verdaderamente así, es una gran pena; para el país y para Chivilcoy.
Que no ocupe ningún cargo en el gobierno central es una doble perdida.
Al país, lo priva de tener en su administración a un hombre con experiencia, capacidad y honestidad.
A Chivilcoy, por el amor que Randazzo le tiene a su tierra, le quita la enorme posibilidad de que, junto al intendente Guillermo Britos, puedan contribuir generosamente al mas deseado engrandecimiento de nuestra ciudad.
Si aún recuerda su visita de octubre a Chivilcoy, y de quien estuvo a su lado poniendo toda su humanidad, Alberto Fernández esta a tiempo de enmendar lo que observamos.