Es la noche del jueves 16 de abril y un operario, especialmente vestido y con el equipamiento adecuado, recorre centímetro a centímetro, palmo a palmo, el frente de la sucursal Chivilcoy del Banco de la Nación, en avenida Soárez, esquina Moreno (foto).

Su misión -inimaginable meses atrás- es desinfectar la zona.

Lo mismo hizo, y continuará haciendo, en otros sectores de la ciudad.

La imagen es espectacular; llama la atención y despierta admiración por ser vistosa; está fuera de lo común.

La escena parece extraída de una película.

No es ficción y el escenario no es una escenografía preparada.

Todo es real; todo es increíblemente natural.

El hombre de amarillo es uno de nuestros vecinos; su nombre y su rostro pasarán inadvertidos.

Hoy, lo que importa es su trabajo.

Se suma a cientos de hombres y mujeres responsables y solidarios, que hacen su aporte para enfrentar a un enemigo que asusta y lastima; que no se muestra, pero ataca sin piedad.

Es el Chivilcoy de todos los días, visto en una situación excepcional, tal vez, irrepetible, única, tristemente inolvidable.

Es la lucha diaria contra el COVID-19, aquí nomas, al alcance de nuestros ojos.