El 16 de abril de 1982, a las 11.50, el Crucero ARA General Belgrano con sus 1.093 tripulantes zarpó de la dársena de la Base Naval Puerto Belgrano rumbo a Tierra del Fuego.

Entre esos hombres iba el conscripto chivilcoyano Jorge Luis Tarditti.

La misión encomendada era mantenerse fuera del área de exclusión, vigilando las intenciones de las fuerzas enemigas durante el Conflicto del Atlántico Sur.

El 1 de mayo, con rumbo Este, el Belgrano navegaba hacia el sector asignado.

Debajo del casco, siguiéndolo con sigilo, y buscando el momento justo para abrirle fuego, iba el submarino nuclear inglés HMS "Conqueror".

Fue el 2 de mayo a las 16.02 cuando el primer torpedo del submarino impactó en la sala de máquinas del "Belgrano".

El segundo le destruyó la proa y el buque comenzó a irse a pique.

A las 16:23, el Comandante dio la dolorosa orden de abandonar el buque.

Una vez que el buque desapareció de la superficie del Atlántico Sur, devino la odisea de los náufragos en las balsas, que comenzaron a dispersarse en un mar bravío donde las olas y fuertes vientos hacían difícil la supervivencia.

Casi 300 hombres murieron en el primer instante del ataque; el resto falleció en las balsas por las heridas, el frío o el oleaje que se los llevó a lo profundo.

Entre los sobrevivientes está Tarditti.

A casi 40 años de aquel ataque tiene impregnada en su curtida piel un homenaje eterno a sus desaparecidos compañeros y a esa historia de gloria y honor en defensa de la soberanía.

Tarditti lleva tatuada en su espalda una enorme figura de la nave con distintas representaciones de la guerra que lo tuvo como protagonista.

"Yo fui testigo" y "Prohibido olvidar" son algunas de las frases estampadas en su cuerpo.

Es el signo distintivo del amor propio, de la fortaleza y el coraje; del apego a la Patria y a la Bandera; del compromiso y la heroica entrega.

Prohibido olvidar es una llama que los argentinos debemos mantener encendida eternamente, en memoria de quienes cayeron en defensa del honor nacional.