La foto es de otros tiempos; no muy lejanos. Eran tiempos políticos distintos, de estrecha cercanía. La gobernadora Vidal y el secretario de Estado, el vecino de Chivilcoy Sebastián García de Luca, juntos en actividad oficial.
La actualidad nos entrega otra imagen. Veamos.
El jueves pasado, en Suipacha, tuvo lugar el acto de inauguración de inicio de obras de la nueva autopista a Chivilcoy, que unirá las ciudades de Mercedes y Bragado sobre la traza de la Ruta Nacional N 5.
La ceremonia fue presidida por el ministro de Transporte, Dietrich, y la gobernadora Vidal, acompañados de todos los intendentes de la traza de la futura autopista y algunos mas. En primer plano, muy cerca de ambos funcionarios, estaba el jefe comunal de Chivilcoy Guillermo Britos. También, se encontraban presentes el subsecretario de Asuntos Municipales bonaerense, Alex Campbell y los diputados nacionales Sergio Buil y Pablo Torello.
A García de Luca no se lo vio en ninguna foto oficial.
Su nombre no figuró en la información suministrada por la Gobernaciónde la Provincia. Tampoco apareció en el parte de prensa del Ministerio de Transporte de la Nación.
Para muchos observadores, fue el gran ausente.
De la presencia -o la ausencia- de García de Luca nadie habló. No lo mencionaron. Tampoco se sabe si fue invitado al acto, y decidió pegar el faltazo por propia decisión, o si lo ignoraron. Lo cierto es que no se lo vio y, la suya, no es una figura que pase inadvertida.
Lo que sí hizo -al mejor estilo Cambiemos– fue estar presente en las redes sociales. A través de twitter solo se limitó a escribir escuetamente: "Otro paso importante para ir haciendo realidad nuestro sueño de la Autopista Chivilcoy-Capital".
El mensaje pareció mas una obligada formalidad institucional, que la genuina expresión de satisfacción personal de un vecino -con responsabilidades en el gobierno nacional- que debería desbordar de orgullo y satisfacción ante la concreción de un sueño de tantos años.
El acto de inicio de las obras de la futura autopista a Chivilcoy fue un hecho histórico.
García de Luca debió haber estado allí presente, más allá de la existencia o no de cualquier invitación.
Solo necesitaba dejarse llevar por su amor propio de chivilcoyano. ¿O de repente perdió la identidad local?
Lo que aquí han prevalecido -una vez más- son las mediocridades -y mezquindades- políticas.
Dicho de otra forma, eso se llama volar bajo.
Es pensar en sí mismo, en lugar de hacerlo en nombre y representación de la comunidad a la que se pertenece.
Esta ausencia, en un acto tan importante y trascendente, muestra lo más negativo de las disputas políticas de entrecasa. Son vulgaridades de conventillo. Estas actitudes no construyen. García de Luca debería saberlo.
La comunidad de Chivilcoy quiere ver a sus hombres políticos actuar. Siempre dando batalla, poniendo la cara, marcando territorio; defendiendo posiciones. Sobreponiéndose a las chicanas de cabotaje.
Chivilcoy está por sobre toda esa pavada de rencillas sin fundamento. Una ciudad y un país no sólo se hacen poniendo el dedo en el timbre.
La ausencia es casi la circunstancia de no existir. Últimamente, Sebastián García de Luca nos está acostumbrando demasiado a las ausencias porque, tal vez, se esté empezando a olvidar de su Chivilcoy natal.
Ojalá recapacite pronto y vuelva a aportarnos toda su fuerza, capacidad y colaboración para el bien la ciudad que lo vio nacer.