Buena parte de la comunidad de Chivilcoy se vio sensibilizada en los últimos días, consecuencia de un triste y despreciable hecho ocurrido en el Cementerio local, donde tres empleados del lugar abusaron de un compañero de trabajo -con capacidades diferentes- y lo sometieron a vejámenes, filmando la situación y exponiéndolo al ridículo público a través de las redes sociales.
Días después, los empleados de la Municipalidad involucrados en el suceso -tres en total- fueron momentáneamente suspendidos de sus tareas habituales, mientras se instruye sumario administrativo.
Paralelamente -como corresponde y ameritan los hechos- también fue radicada una denuncia penal por parte de las autoridades municipales, de la cual alguna vez -tarde, muy tarde- tal vez, se tendrán noticias, atento al deficiente funcionamiento del Departamento Judicial Mercedes, en todo su conjunto, incluidas Ayudantías Fiscales, Fiscalías y todo lo que se cuadre.
Inicialmente, tan vergonzoso episodio sólo se limitó al conocimiento local. Con el correr de los días, fue tomando otra dimensión -empujado por perversos y oscuros intereses- hasta llegar a la prensa nacional, que masificó la desvergüenza en que hemos caído buena parte de los habitantes de esta ciudad.
Todos -sin excepción- dieron rienda suelta al morbo. Mostraron una y mil veces el video, en el cual se ve a un vecino trabajador, corriendo entre nichos y tumbas, sometido y humillado por una banda de empleados municipales, enquistada en el lugar más sagrado de los chivilcoyanos. No solo a él le faltaron el respeto. Mancillaron la memoria de nuestros muertos. Son pervertidos, depravados, viciosos, descarriados, envilecidos, arruinados, degenerados.
¿Nadie fue capaz de pedir que ese maldito video sea retirado de las redes?
¿Nadie tuvo la delicadeza de parar con semejante ensañamiento?
¿Nadie pensó en los derechos de la víctima?
En una comunidad con evidentes signos patológicos, estas preguntas no encuentran respuestas.
Algunos mostraron -cobardemente- el video con la víctima a cara limpia, sin resguardar su identidad. Son los rapiñeros de siempre. Tienen voracidad por la sangre. Andan a la caza para subsistir. Nivelando cada día un poquito más abajo. Hubieron otros -más profesionales- que tomaron la precaución y resguardaron la identidad.
¿Cuál es el atractivo que despierta una cosa que puede resultar desagradable, cruel, prohibida o que va contra la moral establecida?
¿Quién es más culpable? ¿El que grabó el video, con sus compinches, o el que lo reproduce?
En Chivilcoy muchos somos culpables, porque somos un pueblo que ha perdido la vergüenza y trascendemos sólo por nuestras miserias, que cada día son mayores y no son del bolsillo solamente. Son miserias humanas. Una triste y cruel realidad que nos esta enfrentando a nosotros mismos.
Lo que vivimos es el claro espejo de lo que somos. Una sociedad sin modales, ofensiva, hiriente, peligrosamente indecente que poco a poco solo esta cosechando su propia siembra. Mientras tanto, a la víctima la siguen martirizando.