EN CHIVILCOY, ABSA COBRA POR AGUA BENDITA ?

EN CHIVILCOY, ABSA COBRA POR AGUA BENDITA ?

Escribe Joaquín Valerio, especial para HoyChivilcoy.
Un amigo que regresó recientemente de Italia trajo de recuerdo un pequeño recipiente conteniendo agua bendita, que obtuvo en uno de los multitudinarios encuentros semanales –llamados audiencias públicas- con el Papa Bergoglio.
Para mi amigo, ese pequeño recuerdo líquido tiene un valor especial. Alto. Muy alto. Carísimo. Tal vez excesivo. Porque es el valor de lo que representa. Y eso, claro está, no se mide con el  bolsillo, aunque para ir a Italia en estos tiempos hay que tenerlo algo llenito (de euros).
Distancias mediante, para tener un líquido tan preciado, los chivilcoyanos ya no deben viajar a Italia.
Si bien no tendrán la bendición de Su Santidad, igualmente pueden tener aquí –en nuestra gran ciudad- el agua más cara a sus sentimientos, pero por su alto valor en pesos. Y con una gran diferencia: si la toman y salen indemnes hasta habrán conseguido un milagro sin haber visitado al Papa.
No hay ninguna duda. El agua que bebemos los chivilcoyanos tiene sus "atributos".
Aquí –como dicen los psicólogos- hay que ver siempre el "vaso medio lleno" (de arsénico). Y el Papa –vaya coincidencia en cantidad de letras- aquí está representado por ABSA, que vendría a ser algo asi como Su Santidad casera y tan nuestra como Francisco.
No hay duda. Tenemos en Chivilcoy agua cara a los sentimientos. Y no solo eso: también cara al bolsillo, al estomago, a los riñones.
Pero Su Santidad (ABSA) la cobra como si tendría los beneficios del agua bendita y como si la traería desde el mismísimo Vaticano.
Eso si: el costo alto es para creyentes y no creyentes. Aquí no se le hace asco a nada.
Ahora se supo que las autoridades locales, junto a integrantes de los sectores más representativos, están abocados seriamente a solucionar la problemática del agua en Chivilcoy. Entiéndase la "calidad" de tan vital elemento.
Bienvenida la noticia pero, del valor del servicio de agua cuándo hablamos ?
Mejor querido vecino vaya rezando, peregrine hasta las oficinas de ABSA en la avenida Villarino, récele al gerente (si lo atiende) y no deje de pedir por un milagro.
Tal vez algún empleado ejemplar se apiade y –al mejor estilo Bergoglio- le extienda la bendición, convierta el arsénico en potabilidad y –si tiene suerte- le quiten un cero a la factura.
Bueno, de ilusión también se vive…

 

 

 

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