Por Valentín Bardi.

No estamos. No figuramos. No sobresalimos. No somos los mejores.

Chivilcoy no aparece en la lista de los 25 estudiantes secundarios más destacados de las escuelas públicas de la provincia, que tienen excelentes promedios.

Este no es un hecho intrascendente. No es lo mismo estar entre los 25 mejores, que no estar.

Que ningún estudiante de Chivilcoy aparezca en la lista del programa "Abanderados" del gobierno bonaerense, genera algunos interrogantes.

¿Tan paupérrimo es el nivel de quienes se educan en el nivel secundario como para que, ni siquiera uno, figure entre los 25?

¿Nuestros chicos, no ponen la debida atención en el aprendizaje, razón por la cual no alcanzan promedios de excelencia?

¿Las exigencias son mínimas y esa carencia de estímulos no alcanza para despertar el interés de los estudiantes?

¿O -hablando vulgarmente- tenemos una comunidad de estudiantes secundarios "burros", que no se destaca pese al esfuerzo de los docentes de Chivilcoy?

¿Cuáles han sido los errores cometidos, como para no aspirar al reconfortante halago de estar entre los más destacados?

El programa "Abanderados" es un reconocimiento a los valores y al esfuerzo. ¿Nuestros estudiantes secundarios perdieron ambas virtudes?

Chivilcoy merece formar parte de los mejores, porque más allá del orgullo de pertenecer, está en juego la excelencia educativa, que no siempre depende de los infatigables docentes.

Muchas veces es determinante la materia prima con la que trabajan, o sea: los alumnos y sus padres, algunos de los cuales no parecen demostrar el debido interés en ser lo suficientemente exigentes con sus hijos y eso siempre se nota en la escuela, pese al esfuerzo de quienes educan.

Que nuestra ciudad no esté representada entre los 25 mejores estudiantes de las escuelas públicas es un duro golpe a la educación, al futuro y al orgullo del saber. Todos tenemos un poco de responsabilidad. Sin excusas de ocasión, porque para no aprender ningún pretexto que se invoque es válido, provenga de quien proviniere.