Este 2024 se aprestaba a cumplir 20 años.

Durante más de la mitad de su vida fue callejero por derecho propio; como el mítico "Callejero", de Alberto Cortez.

Cuenta la historia pueblerina que, cuando chico, una trampa para nutrias le atrapó su mano derecha.

Un vecino, con el que se encariñó con la fidelidad que nace del agradecimiento, lo rescató del artificio de caza, salvándolo de una muerte segura.

Quedó con un grave defecto en su mano, herida por la desaprensión humana.

La incapacidad no le impidió movilidad, pero le redujo notablemente su andar.

Varios años después fue bautizado "Danielito", en una ocurrente comparación con el ex gobernador Daniel Scioli, quien perdió su brazo derecho en un accidente en lancha hace más de 30 años.

Era de raza mestiza.

Hace algo más de ocho años había sido adoptado.

Ya no necesitaba vivir en la calle, buscando cobijo ante las crudas heladas o mendigando alimento.

Desde entonces, supo disfrutar del dulce encanto de sentirse atendido, cuidado, protegido y mimado.

Tenía una casa; "su casa".

El devolvió con creces el amor recibido.

Fue, hasta hace horas, el perro más longevo de La Rica.

Sus casi 20 años equivalen a 140 de un humano, algo inalcanzable para cualquier persona.

El veterinario Hernán Sacco fue su médico de cabecera, un profesional que con admirable sensibilidad lo acompañó hasta sus últimos minutos.

Sus restos descansan en una propiedad privada.

Murió Danielito…

Era el callejero de las cosas bellas
y se fue con ellas cuando se marchó,
se bebió de golpe todas las estrellas,
se quedó dormido y ya no despertó.