LA FATAL FORMA DE SER SINCERO

LA FATAL FORMA DE SER SINCERO

Por Esteban Arias.
Oscar Wilde fue un escritor, poeta y dramaturgo británico, famoso por su habitual ingenio y sarcasmo social. Dijo una vez: "Un poco de sinceridad es algo peligroso, y mucha, es absolutamente fatal".
Esto último suele denominarse sincericidio. No es otra cosa que el exceso de la honestidad; es llevar al extremo una verdad sin filtros hasta el punto de hacer daño a los demás.
Es precisamente, lo que acaba de hacer el pre-candidato a intendente de Chivilcoy, por una fracción del Justicialismo local, doctor Gustavo Bruno (foto).
Haciendo referencia a las próximas elecciones primarias de agosto, acusó públicamente a los ex intendentes Dario Speranza y Ariel Franetovich de tener "un arreglo con el intendente (Guillermo Britos) para jugar en tándem y volver a quedarse con la torta y dejarnos a todos afuera".
Tremendo y desmesurado por donde se lo analice.
"Arreglo" significa "transar". Por ejemplo, la "tranza" es un negocio turbio que se hace desde la política o los cargos públicos.
"Tandem" es la unión de dos personas o dos grupos, que realizan una misma actividad en equipo o que combinan sus esfuerzos para hacer algo.
"Torta", en política, es una expresión poco académica -o modismo argentino- que induce a quedarse con el poder y la plata.
Gustavo Bruno, atribuye a varias personas la responsabilidad de acciones reprobables que -de ser cierto- tiene una connotación mucho más grave aún: el mismo se queja porque "lo dejan afuera" y airadamente reclama una porción de esa "torta".
Una peligrosa expresión, rayana con el delito y atentatoria contra las más elementales normas de convivencia.
Estos son los niveles de desmadre en que ha entrado la política en Chivilcoy y sus ocasionales protagonistas, varios de ellos motivados por el desmedido deseo de encontrar "conchabo", en el apetitoso cargo municipal.
El pasado 29 de abril, el propio Bruno había dicho: "Como médico, hago un diagnóstico de la situación y entiendo que mi ciudad está enferma. Enferma de tristeza, desazón, miedo, incertidumbre". Y abogó por "comprometerse y asumir la responsabilidad, porque terminó el momento de especular".
Como médico, la evaluación hecha por Bruno, en su calidad de profesional de la salud, es objetable. Se equivoca cuando cae vulgarmente en la generalización.
La ciudad no está enferma; solo algunos integrantes de la clase política de Chivilcoy están seria y gravemente afectados y con altísimas probabilidades de contagio entre ellos, si es que no encuentran a tiempo el antídoto adecuado.
La ciudad no tiene tristeza, ni desazón, miedo o incertidumbre. Esos mismos políticos -autoproclamados salvadores de la Patria Chica- son quienes instalan, maliciosamente, esas percepciones y esa es la única razón que encuentran en sus limitadas capacidades individuales, para seguir especulando.
Chivilcoy necesita políticos dignos, hombres y mujeres con valores, alta moral, capacidad de trabajo, dispuestos al diálogo, con ideas claras, despojados de vanidades estériles, que dejen de lado la confrontación, la acusación despiadada e innecesaria. Esto último, no lastima a quien se pretende señalar, sino -por el contrario- afecta directamente a quien lo dice.
Nuestra ciudad reclama a los gritos políticos con estatura; esto significa Altura Política…!!!
Gustavo Bruno, como médico, deberá encontrar su propio remedio, para afianzarse en el camino que pretende transitar. Más allá de su reciente traspié verbal, tiene capacidades y virtudes para avanzar en la concreción de sus objetivos. Debe comprender que ha equivocado las formas. Sus próximos pasos políticos deben ser más sólidos y eficaces. La comunidad lo está observando.

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